miércoles, 31 de agosto de 2011

SENDAS DIALOGADAS



Lentamente, como pesadillas, habían pasado los cansados días de aceptación de dogmas escolares…
     
Ahora teníamos por delante un mundo inmenso, interminable, con senderos múltiples hacia el olvido… de montes y sabanas, de ríos y colinas retostadas; de playas, puertos y manglares; de bimbines, capisucias y cirueleras; de conejos muletos, iguanas o cocalecas…
     
Y eran rudos caminos pavimentados de la erosión; eran colinas a las que conducían angostos caminos incrustados, como blancas heridas, en una tierra pastosa por el tránsito continuo de magras vacas sin pasto, cuyos costillares querían escaparse hacia el cielo…
      
Eran caminos convertidos en espirales alrededor de aquellas colinas; y a lo lejos, las blancas paredes de las casas viejas eran garzas nuevas.
       
Dialogábamos y, luego, mirábamos en silencio nuestro pueblo; era una blanca gaviota con sus alas rotas, abandonada en medio de un mar de aguas pardas, turbias y verdes, congelado y caliente… un mar de campos.
       
Y el mar verdadero no estaba muy lejos, más azul que un escueto cielo de marzo tropical… y el horizonte era una hoja de metal incandescente.
  
Avanzábamos por las sendas dialogando sobre nosotros…
    
El viento se llevaba nuestra voz y la hacía retornar convertida en silencio.


René De León G.
25 de noviembre de 1978

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